Cuando coordinaba Escoles Coeducatives, llevamos a cabo una campaña para fomentar el uso no sexista de los juguetes. Queríamos que la concejalía de Comercio hiciera suya la iniciativa y colaborara con la de Igualdad para amplificar el impacto desde el Ayuntamiento. Pero, nos encontramos con un muro: la propuesta quedó relegada a un simple gesto simbólico y nunca se integró realmente en la política municipal.
Volví a constatar que sin un compromiso real y transversal, la igualdad en la administración sigue siendo solo una intención sin efecto tangible.
Y es que, a menudo, la igualdad en la administración pública se parece a un espejismo en el desierto. Desde lejos, se ve como un objetivo claro, con normativas y discursos que prometen grandes avances. Pero cuando te acercas, te das cuenta de que muchas de esas medidas son solo imágenes distorsionadas: planes sin presupuesto, compromisos sin acciones y políticas que, en la práctica, no transforman la realidad. Es necesario ir más allá de la ilusión y garantizar que la igualdad se materialice en cambios concretos y efectivos. Acción transformadora.
La perspectiva de género en la administración pública es clave para políticas y servicios más justos e inclusivos. Pero se cometen errores que dificultan su efectividad. Aquí te cuento siete fallos comunes y cómo sortearlos.
1. Creer que la perspectiva de género es opcional
Error: Considerar que aplicar la perspectiva de género es una «extra» y no una obligación legal.
Solución: La igualdad de género no es un favor ni una moda. Es un principio constitucional y una exigencia en normativas como la Ley de Igualdad. Integrarla en todas las áreas de trabajo es parte de tu responsabilidad.
2. Usar lenguaje inclusivo solo en los discursos
Error: Aplicar lenguaje inclusivo en eventos y comunicados, pero olvidarlo en documentos oficiales, formularios o normativas.
Solución: El lenguaje inclusivo no debe quedarse en las palabras bonitas. Revisa y adapta los documentos administrativos, formularios y normativas para evitar sesgos de género y garantizar su aplicabilidad real.
3. No contar con datos desagregados por sexo
Error: Elaborar informes o tomar decisiones sin diferenciar la información por sexo y otras variables relevantes.
Solución: Sin datos desagregados, es imposible detectar desigualdades. Exige y trabaja con estadísticas que reflejen la realidad de mujeres, hombres y otras identidades de género en los distintos ámbitos administrativos.
4. Pensar que la igualdad solo afecta a áreas «sociales»
Error: Creer que solo en servicios sociales, educación o salud se debe aplicar la perspectiva de género.
Solución: Urbanismo, transporte, economía, tecnología… Todas las áreas tienen impactos diferenciados según el género. Un plan de movilidad o presupuestos públicos deben contemplar cómo afectan a diferentes grupos.
5. No involucrar a todas las personas en la organización
Error: Dejar la perspectiva de género en manos de la técnica de igualdad o de un departamento específico.
Solución: La igualdad es un trabajo colectivo. Capacita a todo el personal, directivo y técnico, para que incorporen este enfoque en sus funciones diarias.
6. Ignorar el impacto de las medidas adoptadas
Error: Implementar planes de igualdad o medidas sin hacer seguimiento ni evaluar su impacto real.
Solución: No basta con «tener» un plan de igualdad, hay que asegurarse de que funciona. Establece indicadores de evaluación y ajusta las estrategias según los resultados obtenidos.
7. No destinar presupuesto específico
Error: Plantear acciones de igualdad sin recursos asignados, lo que las deja sin posibilidad de implementación real.
Solución: Sin dinero, la igualdad se queda en el papel. Asegura que haya partidas presupuestarias específicas para las acciones de igualdad y supervisa su ejecución.