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Beauty parties para niñas: cuando la presión estética se disfraza de cumpleaños

Beauty parties para niñas sumadiversitat

Las beauty parties se han convertido en una opción cada vez más popular para celebrar cumpleaños infantiles. Salones de belleza en miniatura, albornoces rosas, maquillaje suave, copas de “champán infantil”, peinados, manicura, pedicura e incluso masajes. Todo presentado como un plan divertido, sofisticado y “diferente”.

¿Es solo juego o estamos maquillando otra cosa?


¿Qué es una beauty party para niñas?

Una beauty party es una fiesta de cumpleaños tematizada como un spa o salón de belleza, dirigida a niñas de entre 5 y 12 años. Suelen incluir:

  • Talleres de maquillaje y cuidado facial.
  • Peinados con purpurina o mechas temporales.
  • Manicura, pedicura, sesiones de “relax” o mini spa.
  • Actividades tipo photocall, desfile o karaoke.
  • Ambientación visual: albornoces, velitas, copas, luces suaves, música chill.


Se ofrecen a domicilio o en locales tematizados, y los precios rondan entre 150 y 300 euros por grupo.

Lo que transmiten estas fiestas es: ser niña es sinónimo de verse bien, gustar, cuidarse (estéticamente, claro) y disfrutar de ello como si fuera una experiencia VIP.

 

La estética como forma de juego

La estética es el objetivo del juego. Estas fiestas:

  • Introducen prácticas adultas en la infancia.
  • Refuerzan el vínculo entre autoestima y apariencia física.
  • Venden el embellecimiento como algo divertido y deseable.
  • Normalizan que la identidad femenina se construya desde el aspecto físico.


Además, estos aprendizajes no se viven como imposiciones, sino como juego. Con lo que  los hace más eficaces y más difíciles de detectar.

 

Impacto psicológico y social: cuando gustar se convierte en necesidad

Diversas expertas en coeducación y salud mental infantil alertan de los efectos que tiene esta exposición temprana a los cánones de belleza y a las dinámicas adultas:

  • Aumento de la autoexigencia estética y la comparación constante.
  • Ansiedad por la imagen corporal en edades cada vez más tempranas.
  • Disminución de la autoestima y de la percepción de valía personal.
  • Interiorización de roles y estereotipos de género.


Y eso sin hablar de los riesgos dermatológicos: muchas cremas y cosméticos no están formulados para pieles infantiles.

 

La infancia como negocio: cuando jugar se convierte en consumir

Este auge no es casual. Está ligado al crecimiento de la industria cosmética infantil y a fenómenos virales como el “Sephora Kids”: niñas muy pequeñas que, en TikTok, muestran sus rutinas faciales.

Algunas apenas saben atarse los cordones, pero ya tienen rutina facial: limpiador, tónico, mascarilla, hidratante, corrector, gloss, iluminador, rímel… Todo en botes tan monos que parecen juguetes, pero cuestan como si fueran oro líquido. Muchos llevan retinol o ácido hialurónico, porque al parecer en esta sociedad las niñas empiezan a “envejecer” desde que tienen uso de razón. Todo esto, por supuesto, bendecido por influencers adultas que les enseñan a cuidarse… como si tuvieran 35 años…

El problema no es solo lo que se ponen en la piel, sino lo que esto deja en la cabeza. Porque no hablamos solo de pintarse por jugar, sino de aprender muy pronto qué se espera de ti… y de tu cara.

Se adultiza a las niñas, cambiando el juego libre por rutinas de belleza. Lo que debería ser disfraz y desorden se convierte en espejo y pose.

Se refuerza el pretty privilege, esa idea tóxica de que si encajas en el ideal estético, todo irá mejor. Gustar no es una consecuencia, es la meta.

Y de paso, se les enchufa el virus del consumismo: productos y más productos que prometen que “cuidarte” es tener media estantería llena de cosas que no necesitas, pero que te hacen sentir válida.

Lo más preocupante es el mensaje de fondo: tu valor depende de cómo te ven los demás. Aprende a gustar y hazlo pronto.

Quienes defienden estas fiestas suelen decir que son “solo un juego”. Pues menudo juego… un juego en el que aprenden que su valor está en gustar, en verse bien, en ajustarse a un molde.

Esto no va de criticar a las niñas, sino al sistema que promueve estas celebraciones. Las beauty parties no son neutras. No son inofensivas. Son un síntoma de un sistema que sigue moldeando a las niñas desde el espejo.

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